PECES DE CONSUMO EN COLOMBIA
jueves, 2 de junio de 2022
viernes, 15 de abril de 2011
PECES ENFERMOS
PECES ENFERMOS
El estado de enfermedad se traduce en los peces por la aparición de anomalías del comportamiento: síntomas y/o de la integridad corporal: lesiones, lo que supone un descenso de los rendimientos y, a menudo, la muerte de los sujetos afectados. Estas manifestaciones mórbidas son debidas a causas de orden físico, químico o biológico, actuando solas o en asociación, con el fin de perturbar las funciones fisiológicas del animal.
Funciones de nutrición: en primer lugar, apetito, la inapetencia es factor común en las grandes infecciones y, en todos los casos el indicador de la presencia de una anomalía, puede estar asociado con el ritmo respiratorio, es perturbación del medio ambiente.
Lesiones externas: afectan en primer lugar al estado general y a las proporciones corporales (estado de conformación, malformaciones, deformaciones), alteran también la presencia de cuerpos extraños, las secreciones (moco), las descamaciones, además de los cambios de pigmentación, la aparición de hemorragias subcutáneas y la coloración branquial (reveladora de una eventual anemia), manifestaciones ulceronecróticas de los tegumentos.
REPRODUCCION DE PECES
REPRODUCCIÓN
Proceso por el cual las especies se perpetuán, se da la transmisión de la información genética de unas generaciones a otras, la existencia de la diversidad biológica, además que pueden aparecer las características para nuevas especies. (Vizziano, 2007), de tal forma una de las finalidades principales de los acuicultores es encontrar programas y protocolos para lograr dicha reproducción que permitan el sostenimiento de un cultivo a gran escala. Uno de los impedimentos del desove en cautiverio es que este no necesariamente ocurre de manera espontánea, o simplemente no ocurre; por esto se debe realizar una inducción hormonal, asi los huevos pueden extraerse manualmente del pez y en efecto este procedimiento es aconsejable si se ha de lograr un control total de la fecundación. Sin embargo, para ello hay que asegurar ante todo una madurez completa, normalmente mediada por el uso de hormonas
Para que la reproducción tenga éxito es preciso que se produzca una sincronización de los reproductores entre sí y de éstos con las variaciones de los factores ambientales. Esta sincronización permitirá que los individuos maduren simultáneamente y en el momento más idóneo para garantizar una mayor supervivencia de la progenie, Esto es de gran importancia en el ciclo reproductivo de los peces teleósteos, que presentan cambios cíclicos en sus niveles hormonales y viven en un medio que experimenta marcadas variaciones estacionales en factores tales como la luz, la temperatura, el oxígeno disuelto, la salinidad, el pH, la disponibilidad de nutrientes, etc. Así, cada individuo debe disponer de un sistema que reciba las informaciones procedentes tanto del exterior como del interior del organismo, que las integre y determine el establecimiento de un estado endocrino idóneo que regule, a su vez, todos los eventos fisiológicos que conducirán a la reproducción. Estas complejas funciones se llevan a cabo a través de múltiples interacciones que tienen lugar a lo largo del eje cerebro-hipófisis-gónada
La hipófisis desempeña un papel crucial en el control del proceso reproductivo, ya que sintetiza y secreta las gonadotrofinas, unas hormonas de naturaleza glicoproteica que dirigen el desarrollo gametogénico y la secreción de esteroides en las gónadas. En Tetrápodos, las gonadotrofinas están representadas por dos moléculas: la hormona luteinizante (LH) y la hormona estimulante del folículo (FSH), a las que hay que añadir en Mamíferos una tercera gonadotrofina de origen placentario o gonadotrofina coriónica (GC). En peces ha existido controversia sobre la dualidad de las gonadotrofinas, si bien hoy está clara la presencia de dos moléculas con acción gonadotropa, denominadas GTH I o vitelogénica y GTH II o maduracional, según sus funciones en el ciclo reproductivo. Actualmente se acepta que la GTH I de peces se corresponde con la FSH de tetrápodos, mientras que la GTH II se corresponde con la LH. Podemos decir, en general, que la gametogénesis en el ovario y el testículo, dependen de la acción de las gonadotrofinas. Esta acción está mediada por la unión de las mismas a receptores situados en la membrana de ciertas células de las gónadas e implica la activación de la ruta de síntesis y secreción de diferentes esteroides sexuales. Así, tanto los ovarios como los testículos de teleósteos son capaces de producir varios tipos de esteroides (estrógenos o esteroides C18, andrógenos o esteroides C19 y progestinas o esteroides C21) según el momento del ciclo y en respuesta a cada tipo de gonadotrofina. Los esteroides son capaces de actuar sobre el hígado, sobre la propia gónada, sobre la hipófisis y el cerebro en un circuito de retroalimentación (Miura, 2007; Muñoz, 2009).
Maduración de la gónada en respuesta a la gonadotrofina:
Actualmente se cree que la maduración de las gónadas en el pez se efectúa como resultado indirecto de un aumento lento y constante en la secreción de gonadotropina y que la ovulación y el espermatismo están precedidos por un aumento más marcado. El efecto de !a gonadotropina en la regulación de !a gametogénesis es bastante indirecto, a través de hormonas sexuales y éste eslabón final de la cadena proporciona indicios importantes de las posibles causas de !a interrupción de la maduración en cautiverio, en los machos puede con mucha frecuencia no interrumpirse en cautiverio, por esto la hipofisación de los machos, si es que se Ileva a cabo, es a menudo cuestión de conveniencia para asegurar la coordinación perfecta de Ia liberación de gametos y sirve también para iniciar un adelgazamiento seminal que hace La esperma más apropiada para Ia fecundación artificial (Harvey et al., 1980).
Proliferación Oogonial.
Los oogonios surgen de las células sexuales primordiales en el epitelio germinal del ovario y en su etapa precoz son rodeados por una capa de células epiteliales que forman el folículo ovárico. En los peces, el desarrollo inicial del folículo ovárico parece no depender de Ia hipófisis. Las células del epitelio folicular se diferencian para formar una granulosa glandular, separada del ovulo por una zona pelúcida no celular y se desarrolla una teca a partir de los tejidos conectivos circundantes. Dichas estructuras granulosa, zona pelúcida y teca pueden denominarse envoltura folicular (Harvey et al., 1980).
La vitelogénesis.
Comprende Ia incorporación del vitelo en los oocitos en desarrollo y, como ya se menciono, se cree que este proceso está controlado por una gonadotropina baja en glucoproteínas. Las células receptoras de Ia gonadotropina hipofisiaria parecen ser las células tecales especiales de Ia envoltura folicular y los esteroides sexuales producidos aquí juegan un papel muy importante en Ia regulación de este complejo proceso. El vitelo se deposita en dos formas: vesículas de vitelo y gránulos de vitelo, siendo su deposición normalmente secuencial. La formación de vesículas de vitelo, que ocurre primero, recientemente ha demostrado ser inducida por estrógenos, la síntesis de los precursores del vitelo se efectúa en el hígado y ha probado ser estimulada por los estrógenos (Sierra, 2007; Harvey et al., 1980).
2.5.1.4. Maduración de los oocitos.
Las etapas finales del desarrollo de los oocitos y folículos pueden disociarse experimentalmente de Ia ovulación (expulsión del oocito desnudo, fuera del folículo y hacia Ia cavidad ovárica o peritoneal). El esteroide 17a-hidroxi-20-dihidroprogesterona (17-201 Pg) producido por Ia envoltura folicular en respuesta a Ia gonadotropina pituitaria, se ha propuesto como el más probable mediador de Ia maduración de los oocitos. Los corticoesteroides pueden desempeñar un papel indirecto, posiblemente a través de Ia sensibilización de los oocitos a la acción del 17a-20 Pg. (Harvey et al., 1980).
Ovulacion
La ruptura folicular y Ia expulsión del oocito desnudo parece ser independiente del control hipofisiario. Tanto las prostaglandinas como las catecolaminas se han propuesto como mediadoras se confirma Ia intervención de las prostaglandinas en Ia ovulación de Ia carpa dorada. (Harvey et al., 1980).
2.5.2. INDUCCIÓN HORMONAL
2.5.2.1. Hormonas liberadoras de Gonadotropina (GnRH): son de importancia práctica en la reproducción inducida de peces y su uso está ampliamente establecido en la actualidad, estimulando la hipófisis a liberar al torrente circulatorio hormonas gonadotropicas para estimular la producción de esteroides sexuales que son responsables de la maduración de gametos y si el medio ambiente y las señales sociales están presentes, la ovulación y espermiacion ocurrirán. Actúan en la interface hipotálamo-hipófisis La células nerviosas hipotalámicas cuyos axones se encuentran en la neurohipófisis, son células especializadas denominadas células neurosecretoras, ellas responden a las señales eléctricas del cerebro para la secreción de hormonas al final del axón, convirtiendo las señales nerviosas en químicas. La GnRH actúa sobre las células gonadotrópicas para promover la producción de gonadotropinas las cuales son liberadas en el sistema vascular de la adenohipófisis y viajan por el sistema circulatorio del cuerpo hasta las gónadas. Algunos tipos de GnRH son conocidos liberadora de hormona luteinizante). (Harvey et al., 1980)
La GnRH en peces y mamíferos es un pequeño péptido con cadena de 10 aminoácidos y solamente ha sido determinada en pocos peces como salmones, peces dorados y bagre del canal entre otros; en la mayoría es en un 80% idéntico al GnRH de mamíferos y dado su tamaño es fácil de sintetizar en laboratorio con bajo costo. El efecto principal de la GnRh en la hipófisis es aumentar el nivel de gonadotropina (GtH) en el plasma liberado de las células de la pituitaria por estimulo de los receptores por la GnRH (Mojica, 2003).
Gonadotropinas: son hormonas que estimulan el crecimiento y desarrollo de las gónadas son glicoproteínas producidas por la glándula pituitaria. Actualmente se conoce la estructura de dos tipos de gonadotropinas en varios peces y se han denominado gonadotropina I (GtH 1) y gonadotropina II (GtH 2) y presentan estructuras similares a las hormonas folículo estimulante y luteinizante en mamíferos respectivamente (Harvey & Carolsfeld 1993).
Las gonadotropinas influyen en la producción de esteroides gonadales en cada estado de desarrollo. En hembras participan en el desarrollo gonadal desde la formación de las vesículas de vitelo hasta la ovulación y desove, siendo muy importantes en la vitelogénesis. En machos actúan desde la fase de espermatogénsesis hasta la liberación de gametos durante la reproducción (Mojica, 2003). Las hormonas se aplican disueltas en solución salina o agua destilada, intramuscular o intraperitonealmente, en pellets implantadas, de forma oral en el alimento o tópica disolviéndola en agua. (Harvey & Carolsfeld 1993)
Los peces de consumo en la orinoquia
Cachama
La cachama es un pez de porte relativamente grande, ampliamente distribuido desde el Orinoco en toda la cuenca amazónica, ha representado durante muchos años un excelente, abundante y apetecido producto de la pesca fluvial, principalmente en los ríos Guanare, Portuguesa, Apure y sus afluentes Orinoco, ofertándose con apreciable abundancia en los mercados locales y algunas ciudades de importancia en el país. Entre las especies de cachama más importantes económicamente, tenemos: la cachama negra o cherna Colossoma macropomum y la cachama blanca o morocoto, Piaractus brachypomum, en la pesca natural, se han capturado ejemplares de hasta 45 Kg (Useche, 2009).
Es un pez de comportamiento migratorio, reofílico, que se desplaza cantidades de kilómetros aguas arriba, en la época de verano en procura de mejores condiciones para su sobrevivencia, a la vez que se prepara para su reproducción que se cumple cíclicamente cada año en la temporada de invierno, cuando baja con la crecida de los ríos dejando sus huevos fertilizados en la margen de estos y en zonas recién inundadas, donde crecerán los alevines que permitirán mantener las poblaciones naturales o silvestres.
Yamú
El yamú, Brycon amazonicus es la especie más común entre los brycónidos de los Llanos Orientales colombianos y la más explorada para piscicultura, dado su hábito alimenticio omnívoro, su crecimiento rápido y la gran eficiencia alimenticia con raciones con bajos niveles de proteína de origen vegetal, óptima calidad de su carne y sus especiales características para la pesca deportiva. Historia natural en Colombia las pesquerías del yamú se concentran en el río Meta, en la época de inicio de las lluvias (abril y mayo), donde se han registrado hasta 10 toneladas/mes con talla total media de captura de 52 cm (Arias, 2006).
La distribución altitudinal de la especie se delimita entre los 50-500 m.s.n.m. dado su requerimiento de aguas cálidas con rangos de temperatura de 26-30 °C; estas aguas deben contener O2 disuelto entre 4-7 mg/L, un pH entre 6 - 7 y una dureza de 15 - 45 mg/L; la especie es nativa de la cuenca del río Orinoco y su prevalencia es mayor en afluentes de los ríos Meta, Ariari y Guaviare, en Colombia, y los ríos Arauca y Apure, en Venezuela. Se caracteriza por presentar dorso negro, en la parte lateral es azul oscuro metálico y ventralmente presenta color plateado; las aletas pectorales, pélvicas, anal y caudal son blanquecinas con bordes oscuros (Arias, 2006).
Bocachico
El Bocachico, Prochilodus magdalenae es la principal especie de la pesquería continental colombiana. Su captura se estimó en 13.435 toneladas en el 2000, pero en los últimos 25 años ha sufrido una disminución del 90%; por lo que ha sido declarada como una especie que enfrenta un riesgo extremadamente alto de extinción en el futuro inmediato (Mojica et al. 2003). Entre las causas de esta drástica disminución se señalan el deterioro ambiental de su hábitat ocasionado por la contaminación orgánica e inorgánica, desecación de las ciénagas, construcción de hidroeléctricas, así como la sobrepesca (Atencio, 2003).
Esta especie ha sido considerada como alternativa para la piscicultura extensiva y semintensiva por las ventajas que representa su régimen alimentario detritívoro. Su cultivo se realiza a densidades menores de 1 pez/m2, siendo común en policultivos con especies omnívoras como la cachama negra, cachama blanca y las tilapias. Su producción acuícola se estimó para el año 2000 en 1.474 toneladas, convirtiéndola en la cuarta especie más cultivada en Colombia; por lo que la demanda de alevinos de esta especie se ha incrementado en virtud de la expansión de su cultivo y por la ejecución de programas de repoblamiento en las principales cuencas hidrográficas del país (Atencio, 2003).
Bagre rayado
El bagre rayado Pseudoplatystoma fasciatum, hace parte de un grupo de bagres neotropicales de la familia Pimelodidae, estos bagres alcanzan tallas que sobrepasan los 1.5m, viven en diversos hábitats exclusivos de agua dulce tales como grandes ríos, lagos y bosques inundados del neotrópico, se destacan, debido a la textura y excelente sabor de su carne y buen rendimiento, es uno de los peces de mayor explotación dentro de las pesquerías de agua dulce en Suramérica.
Se caracteriza por carecer de escamas, cuerpo desnudo, cilíndrico, alargado y fusiforme; cabeza más larga que ancha, deprimida, casi recta a los lados; con fontanela corta y superficial que no alcanza la base de la cabeza. Posee tres pares de barbillones peribucales, un par maxilar negros y dos pares newtonianos blancos más largos que la longitud de la cabeza, posee una cintura escapular bien desarrollada y unida al cráneo, ojos pequeños en posición dorsal. La aleta caudal es de tipo homocerca, tiene lóbulos redondeados o terminados en punta y siempre presenta puntos negros (Guarnizo, 2007).
Yaque.
El Yaque, Leiarius marmoratus (Gill,1870), se encuentra distribuido en las cuencas de los ríos Orinoco y Amazonas. En ambientes naturales presenta hábitos alimentarios piscívoros, sin embargo, algunos autores destacan una tendencia omnívora. Esta especie presenta cualidades para ser incorporada a la piscicultura dada la excelente calidad de su carne blanca, la cual posee pocas espinas, textura, sabor apreciable y valor gastronómico (Mora et al., 2009).
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